Durante casi un siglo se ha estudiado y observado al psicópata criminal. Pero a excepción de una breve mención por parte de Cleckley, la idea de un psicópata exitoso – ordinario por casi todos los estándares externos – ha permanecido cubierto por el velo de esa dominante “conspiración de silencio”. A medida que esta serie continúe, se volverá claro porqué este es el caso y cuáles son exactamente las ramificaciones de semejante y peligrosa brecha en el conocimiento y en la conciencia.
Hasta el momento la única presentación profunda del problema de los psicópatas exitosos ha sido el libro Serpientes en traje (Snakes in Suits), de los autores Paul Babiak y Robert Hare publicado en el 2006. El libro es una lectura esencial, y tiene el potencial de salvar tu vida, literalmente. La información que contiene es universal y puede aplicarse a las interacciones sociales de cualquier nivel.
Babiak, como psicólogo industrial y organizacional, descubrió su primer psicópata corporativo en 1992. Mediante el estudio de operadores como “Dave” en su ambiente corporativo, Babiak no solo presentó los métodos mediante los cuales los psicópatas se infiltran y ascienden la escalera del éxito corporativo, sino que acabó con las previas ilusiones acerca de lo que los psicópatas podrían o no lograr.
Muchos en la industria creían que los psicópatas no serían capaces de tener éxito en los negocios. Creían que el maltrato y los comportamientos narcisistas de los psicópatas se harían evidentes ante los empleadores potenciales, y que sus abusos y manipulaciones inevitablemente conducirían a fallos dentro de la compañía. De hecho, los llamados “expertos” no pudieron estar más equivocados.
Parecen haber ignorado la misteriosa habilidad que poseen los psicópatas de presentar ante sus víctimas una imagen de extrema normalidad, e incluso de excelencia. Y eso es lo que somos para ellos: víctimas, “objetivos” potenciales, tontos.
Contra las creencias prevalecientes y suposiciones arrogantes, Babiak descubrió que los psicópatas eran muy bien aceptados en posiciones de dirección en empresas importantes, e incluso estaban experimentando éxito en sus carreras.
Aparentemente, su extremo narcisismo fue confundido con un “rasgo de liderazgo positivo”, y la oscura moralidad y típico caos interno del ambiente de las fusiones, compras, y ganancias parecía perfecto para los de su clase. No solo se manejaban satisfactoriamente bajo presión – por no poseer la habilidad de sentir miedo o estrés – sino que las potenciales recompensas personales eran demasiado grandes como para resistirse, para el negocio y para el psicópata.
Según indica Babiak, “la carencia de conocimiento específico sobre lo que constituye la manipulación y engaño psicopático entre la gente de negocios fue la clave para el éxito de los fraudes corporativos”.
Irónicamente, las mismas personalidades que las corporaciones y otras entidades poderosas buscan, son generalmente aquellas que causan su inevitable caída (la caída de Bernie Madoff, Enron, el Nazismo).
Y estas son las personalidades que hemos sido condicionados a ver como ideales. Por ejemplo, a través de las “gafas de color rosa” de aquellos que no tienen conocimiento, los engaños y manipulaciones se han convertido en sinónimos de “persuasión” e “influencia”; el comportamiento frío y la falta de remordimiento se han convertido en sinónimos de “orientación a la acción” y de “la habilidad para tomar decisiones difíciles”; la valentía e impulsividad se han transformado en “audacia” y “vivacidad”; la carencia de emociones se ha transformado en sinónimo de “fortaleza” y de “control emocional”.
En pocas palabras, cuando alguien denomina como “persuasivo e intrépido” a un psicópata, en realidad deberíamos cobrarle el cargo por hacerle propaganda al psicópata, porque eso es lo que es.
¡Es como vender blanqueador y llamarlo agua bendita! En los documentos estas cualidades podrían parecer prometedoras, pero como compañeros de trabajo, y especialmente como jefes, los psicópatas son dominantes, intimidatorios, atemorizantes y peligrosos.
Rápidos para hacerse del crédito por el trabajo de otros y para emplear y despedir empleados impulsivamente, ellos solo toleran las admiraciones, tienen una extrema falta de previsión, y genuinamente carecen de la comprensión que hace a un buen líder.
Un psicópata, descrito por Babiak, “no estuvo dispuesto, y quizás fue incapaz, de reconocer que alguna de sus decisiones pudieran haber producido consecuencias negativas para el negocio”. Incluso cuando llevan vidas superficialmente “normales”, los psicópatas siguen causando problemas de maneras que vuelan bajo el radar de la ley – económicamente, psicológicamente, emocionalmente.
¿Cómo lo hacen? Mediante el análisis de los fraudes corporativos, Babiak descubrió los métodos básicos que utilizan los psicópatas para funcionar en ambientes jerárquicos corporativos. Pero sin importar el medio ambiente en el que el psicópata se encuentre – una relación romántica, una estrategia corporativa, un atraco planificado, una campaña electoral, un golpe político…la lista de posibilidades es interminable – utiliza la misma rutina de tres fases en sus víctimas, “Evaluación – Manipulación – Abandono”.
En la primera fase, el psicópata evalúa el valor de su “aliado” y potencial peón – qué es lo que puede hacer ella/él para cumplir los objetivos del psicópata. Los psicópatas son expertos en identificar y presionar los “botones” de los demás, sus “gustos y disgustos, motivos, necesidades, puntos débiles, y vulnerabilidades”.
Las fortalezas de los demás son utilizadas y sus debilidades son explotadas.
Luego, el psicópata utiliza mensajes cuidadosamente trabajados para un objetivo específico, empleando información reunida en la Fase de Evaluación. Luego adapta su manipulación para acomodar todo el nuevo intercambio con el objetivo de mantener un control total. Según señalan Babiak y Hare:
Habitualmente hacen uso del hecho que para muchas personas el contenido del mensaje es menos importante que la forma en la que es entregado. Un estilo de entrega convencido y agresivo – generalmente cargado de argot, clichés, y frases floreadas – reemplaza la falta de sustancia y sinceridad en sus interacciones hacia los demás... son maestros del manejo de las impresiones; su comprensión de la psiquis de los demás combinado con una superficial – pero convincente –, la fluidez verbal les permite modificar sus personalidades con habilidad mientras encaje con la situación y su plan de juego.
Son reconocidos por su habilidad de usar muchas mascaras, cambiar “quienes son” dependiendo de la persona con la que estén interactuando, y hacerse parecer agradable ante su víctima.
Suena muy parecido al trabajo realizado por las agencias de inteligencia, ¿no es así?
Los psicópatas también usan una variedad de técnicas de manipulación, por ejemplo, el gaslighting (N. del T.: forma de intimidación o abuso psicológico mediante la cual se le presenta información falsa a la víctima, haciéndole dudar de su propia memoria y percepción).
Cuando a las personas se les dice una mentira lo suficientemente seguido, y con aparente certeza absoluta, la gente normal tiende a dudar de sus propias percepciones. “Sorprendentemente, la mayoría de las víctimas eventualmente dudarán de su propio conocimiento de la verdad y modificarán sus propias visiones para creer lo que el psicópata les dice en lugar de lo que ellos saben que es verdad”.
En esta fase, el psicópata explota despiadadamente a sus víctimas, utilizándolas para adquirir dinero, posición, control y poder.
Cuando una persona ha dejado de serle útil, son descartados al final, en la Fase de Abandono. Leales a nadie, generalmente esto produce devastadores efectos en aquellos que fueron engañados por la fachada de mentiras y “buenas intenciones” del psicópata.
Sea que una esposa haya sido succionada emocionalmente, una persona mayor cuya cuenta bancaria haya sido vaciada, o un “amigo” cuyas conexiones finalmente hayan rendido sus frutos, el psicópata inevitablemente los descarta y avanza hacia su próximo objetivo.
Dentro del mundo corporativo, Babiak identificó una variación más elaborada en cinco-fases de esta dinámica. Primero, los psicópatas usan su encanto y don del discurso para simular cualidades de liderazgo, en consecuencia, ganando una entrada a la compañía.
Una vez ubicado como empleado, identifican posibles objetivos y rivales entre los compañeros de trabajo – de compañeros talentosos pero inocentes cuyo trabajo pueda ser robado a las secretarias que controlan el acceso a los ejecutivos importantes – en la fase de evaluación. Babiak describe los cuatro grupos de personas que los psicópatas emplean en sus juegos.
Los peones son los co-trabajadores comunes que tienen “poder e influencia informal”, y que son astutamente manipulados por los psicópatas para querer – o necesitar – apoyarlos y complacerlos. Los Patrones son individuos de alto nivel con poder formal. Desarrollando una afinidad con los patrones, los psicópatas se aseguran protección de los ataques de trabajadores de bajo nivel que ven a través de la máscara.
Los Chivos Expiatorios son peones que han perdido su utilidad y que por lo tanto han sido descartados. Por último, la policía organizacional son individuos como auditores, seguridad, y personal de recursos humanos que poseen más experiencia en detectar manipulaciones en el lugar de trabajo.
En la tercera fase, de manipulación, los psicópatas crean y mantienen su “ficción psicopática”, diseminando desinformación positiva sobre ellos mismos y desinformación negativa sobre los demás utilizando la red de peones, patrones e “idiotas útiles” que ellos crean.
Mediante la creación de conflictos entre los demás empleados, desvían la atención de ellos mismos, prefiriendo operar detrás de escenas y por sobre las tormentas que ellos generan y manejan.
En la fase de confrontación, los psicópatas descartan rivales y peones (ahora chivos expiatorios), frecuentemente utilizando técnicas de asesinato de personalidad, desintegración, y otras tácticas, utilizando los denominados “hechos” que desvían significativamente de la verdad.
De esta manera se salen con la suya apoyándose en los patrones ubicados en altas posiciones con quienes ahora se siente confiado. Y al final, la fase de ascensión, en última instancia eliminan a sus patrones, tomando para si mismos las posiciones y prestigio de aquellos que una vez lo apoyaron.
En el juego del psicópata, la gente existe únicamente para ser manipulada, y persigue sus objetivos a cualquier costo, incluso si eso significa atacar por la espalda a todo aquel que lo apoyó en su ascenso.
El interés en los psicópatas corporativos ha aumentado significativamente en la última década, en gran parte debido a los fraudes y escándalos corporativos como Enron en el 2001 y Madoff en el 2009.
Extrañamente, dada la cantidad de escándalos políticos y sus impactantes similitudes con sus primos corporativos, la idea de que los psicópatas infiltran a los gobiernos – con desastrosos resultados – todavía debe recibir la atención que se merece. De hecho, las masacres políticas que están ocurriendo actualmente – los oscuros aspectos de la historia humana que nos fascinan y nos provocan rechazo – y la corrupción que inevitablemente conduce a ellos, tienen sus raíces en la presencia de psicópatas en posiciones de poder e influencia.
Podemos encontrar psicópatas en prisión por toda clase de crímenes violentos y predatorios contra otras personas, incluyendo delitos de guante blanco. Programas universitarios, sociedades académicas, conferencias, textos profesionales y manuales, todos existen para entender el problema y ayudar en la prevención de esta clase de crímenes.
¿Pero qué hay de su rol en los crímenes contra la humanidad?
No he podido encontrar ni un solo informe académico investigando el rol de la psicopatía en la política, sea en sistemas democráticos o dictaduras abiertas. Así como los investigadores dudaron primero de que la habilidad de los psicópatas de tener éxito en los negocios, y el problema siguió sin ser examinado, el problema de la psicopatía en la política sigue siendo totalmente ignorado.
Científicos políticos se niegan a observar la psicopatía, y los expertos en psicopatía se niegan a observar la política.
Los resultados de tal ceguera son evidentes en la historia – y en el presente – para que todos vean. Genocidios, dictaduras, tortura aplicada por el estado, “guerras sin fin”, asesinatos políticos, escuadrones de la muerte, corrupción, chantajes, vigilancia de civiles, “secretos de estado”, “espionaje” ilegal, etc.
La situación es extraña, considerando el hecho de que los expertos han dejado cada vez más en claro que los psicópatas pueden ocupar posiciones importantes en todas las profesiones: leyes, negocios, psicología, académicas, militares, entretenimiento, fuerzas del orden, incluso – y quizás especialmente – en la política.
Según lo explican Babiak y Hare, “Muchos [psicópatas] se las arreglan para graduarse en la Universidad u obtener credenciales profesionales, pero en la mayoría de los casos no es mediante el trabajo duro y la dedicación sino a través del engaño, haciendo que otros hagan el trabajo, y generalmente “aprovechándose del sistema”.
Bernard Madoff
El caso Madoff ofrece gran cantidad de implicaciones, no solo respecto a Wall Street en general, sino también en la escena política. Interesantemente, la lista de sus víctimas carece de nombres de banqueros norteamericanos u otros importantes inversores institucionales, quienes normalmente requieren del tipo de información que la empresa de Madoff mantenía oculta.
De hecho, el negocio fue sospechoso de fraude durante casi una década, con evidencia de malas conductas que se remontan hasta los años 70s. Y aún así no se condujeron investigaciones serias hasta que sus hijos lo entregaron. Muchos sabían durante años, pero permanecieron en silencio, permitiendo a Madoff continuar con el esquema que arruinaría a miles. Convenientemente, la sobrina de Madoff contrajo matrimonio con un alto directivo de
Cumplimiento de la Comisión Reguladora de Empresas y Valores en el 2005 y Madoff mismo presumió sobre sus cercanas relaciones con reguladores del SEC. La firma de Madoff mantenía relaciones cercanas con legisladores y reguladores de Washington, con Madoff en el directorio de la Asociación de Valores Industriales, y el hermano de Madoff en el directorio de la Asociación de Valores Industriales y Mercados Financieros (SIFMA).
En el artículo de Creswell y Thomas para el New York Times, un socio cercano a Madoff relata que “Una vez me mencionó que pasó un tercio de su tiempo en Washington a principios de 1990 -fines de 1980”.
El fondo de Madoff no solo era un perfecto lavado de dinero para potenciales co-conspiradores, sino que estaba protegido por sus relaciones cercanas con la “policía organizacional” del SEC y por su control dominante sobre sus empleados. “Nadie se iba porque jamás podrían encontrar otro trabajo que pagara tan bien como este.
Algunas personas, luego de su arresto, especularon que era una clase de soborno; nadie hizo ninguna pregunta sobre porque los Madoff eran agradables, protectores y generosos”. (The Daily Beast) Según Babiak y Hare, “El nivel e intensidad de intimidación psicopático comúnmente mantiene a aquellos que han sido abusados sin dar el paso adelante”.
Controlando a subordinados y cortejando reguladores, Madoff se protegió de la exposición. Fue solo después de que su arrogancia sacara lo mejor de sí, que todo cayó.
Pero Madoff es solo un síntoma de un problema sistémico que afecta a la humanidad desde el nivel de relaciones interpersonales hasta los más altos niveles de control político.
El “psicópata de variedad de jardín” maniobra por medio de control y poder en una esfera de influencia relativamente limitada: desde su familia inmediata a un mayor grupo de compañeros de trabajo y víctimas de la oportunidad.
Los psicópatas criminalmente versátiles se mueven de víctima a víctima, dejando un tendal de mujeres destruidas emocional y físicamente; personas mayores desprovistas de sus ahorros de toda la vida; robos de donaciones; niños torturados y mutilados. El psicópata corporativo no solo afecta a todos en el equipo de trabajo de la compañía; sus fechorías tienen el potencial de arruinar las vidas de miles.
Pero el psicópata político, en una posición del mayor prestigio, poder, e influencia, tiene el potencial de dominar – y arruinar – imperios. Su influencia llega al nivel social y sus decisiones tienen el potencial de afectar a miles de millones.
Fuente: El Acoso Moral
No hay comentarios:
Publicar un comentario