Cuando se habla de genética comportamental debe entenderse que se está hablando de una teoría de la personalidad. Esta teoría atribuye variaciones de la personalidad, al menos parcialmente, a la variación de la estructura y funcionamiento de sistemas fisiológicos. Los genes contienen la información que codifica para varias proteínas estructurales y regulatorias (incluyendo al ARNm) que conducen a diferentes vías de ese desarrollo. Aunque las diferencias individuales se pueden expresar en cualquier sistema fisiológico, los que se establecen en el cerebro y en otras partes del sistema nervioso son probablemente más importantes para los rasgos comportamentales.
A pesar de haberse encontrado que la influencia de los pares era lo más fuerte en lo que hace a la violación de reglas y conducta criminal, en estudios correlacionales tales como el mencionado no se puede distinguir entre los efectos genotipo-ambiente causales directos, y los correlacionales e interaccionales. El comportamiento de los pares puede correlacionar con el comportamiento propio debido a que la gente aprende de sus pares y que estas personas seleccionan pares que coinciden con ellos mismos. Coincidencias significativas en las asociaciones de gemelos idénticos separados sugiere que el genotipo puede influir sobre asociaciones e intereses sobre el fenotipo. Similaridades genéticas en la búsqueda de sensaciones pueden explicar parte de su evolución, pero que la especificidad de la expresión encontrada en el rasgo debe ser debida a alguna clase de correlación activa genotipo-ambiente, a la que los investigadores llaman emergenesis.
En lo que hace a la genética del rasgo ImPUSS (Psicoticismo - Impulsividad - Búsqueda de Sensaciones - No socializado), se puede decir que las diferencias individuales en los sistemas bioquímicos y neurológicos que subyacen a los mecanismos básicos tienen sus orígenes en variaciones en este campo. Las diferencias observadas en linajes animales en relación con la exploración, el temor, la agresión, la actividad y la inhibición sugiere un control genético de estos rasgos. Los resultados de crianzas selectivas han confirmado la influencia genética, y estudios de crianza cruzados han provisto controles para los posibles efectos de un ambiente compartido.
Como en otros casos, los estudios biométricos genéticos en humanos utilizan gemelos y adoptados para estimar la heredabilidad. El estudio de Minnesota de gemelos separados provee datos para ambos tipos. El principal test de personalidad usado en este estudio fue el Multidimensional Personality Questionnaire de Tellegen, el cual puntúa tres factores que recuerdan los de Eysenck. El principal de ellos es llamado "restricción". Este factor consiste en tres subescalas: Control, Evitación del Daño, y Tradicionalismo, los que groseramente son el reverso de Impulsividad, Búsqueda de Sensaciones, y tendencias No Socializadas en el modelo de cinco factores alternativo.
Las correlaciones entre gemelos idénticos que fueron criados en forma separada dan una estimación directa de la heredabilidad de estos rasgos. La estimación de la heredabilidad del factor de constricción y el componente de búsqueda de sensaciones están cerca del final superior de la heredabilidad evaluada por este método. Hay pocas diferencias entre las correlaciones para mellizos idénticos que fueron criados aparte y los que fueron criados conjuntamente, lo que indica que el ambiente compartido es de poca importancia para estos rasgos. Esta conclusión va en contra de la creencia común de que el ambiente familiar es el principal responsable de la socialización del niño y que las similitudes mayores observadas en los idénticos se deben a que son tratados de manera más parecida que los fraternos. El ambiente específico parece jugar un papel más importante en estos rasgos. Esta clase de influencia es provista por diferentes pares u otras presiones que afectan a un miembro pero no a otros.
Se ha sugerido que hay una predisposición genética al retraimiento social, y que esto está relacionado con las anormalidades electrofisiológicas vistas en algunos psicópatas. Esto quiere decir que los niños que están predispuestos biológicamente a ser psicópatas están genéticamente predispuestos al aislamiento social, estarían también en riesgo debido a su hipersensibilidad a amenazas de castigo (en los que están sobrevalorando el peligro). Esto no significaría negar que, si la deprivación y maltrato infantil fueran lo suficientemente intensos, estos chicos necesitarían menos predisposición biológica para expresar su estructura psicopática.
Resumiendo, la hipótesis planteada por Howard es que hay una clase de individuos (llamados por los norteamericanos "sociópatas") que muestran un comportamiento antisocial muy temprano, crónico, y cuya condición es fundamentalmente evolutiva, manifestándose en la adultez como un déficit madurativo, tanto comportamental como electrofisiológico. Al crecer, estas características disminuyen. En un nivel de rasgos, algunos de estos individuos (especialmente los que mostrarán un auténtico trastorno de personalidad) se caracterizan por un subrasgo patológico de impulsividad. Como consecuencia de esto hay falta de adaptación, que es la resultante de déficits de la apreciación tanto primaria como secundaria. Esta última puede ser la consecuencia de la exposición a maltratos infantiles, disminuyendo la sensibilidad a claves de recompensa o seguridad, lo que impide relacionarse empáticamente con otras personas. Por otra parte, si los otros no son percibidos como fuentes de gratificación, no hay razones para modificar nuestra propia conducta para satisfacer las expectativas sociales, ni para verse a sí mismo como un objeto social.
Dentro de la categoría arriba señalada (no-adaptativos) habrá algunos (psicópatas secundarios y algunos esquizofrénicos) que muestran déficits neuropsicológicos y de rendimiento, además de algunas anormalidades electrofisiológicas, que se suponen innatas. En este grupo hay subgrupos que perciben amenazas exageradas, lo que es un déficit en la "apreciación primaria".
También dentro de la clase de los no-adaptativos hay otros (psicópatas primarios) que no tienen retraimiento social ni demasiados signos orgánicos como en la psicopatía secundaria, pero debido a que su conducta es inintencional muestran un déficit en la apreciación secundaria. Los psicópatas primarios, a diferencia de los secundarios, son extremadamente sensibles al stress del aburrimiento, y para eludir ésto se implican en conductas patológicas de búsqueda de sensaciones
Por último hay un conjunto de individuos que integran la amplia clase de los "sociópatas" que no son psicópatas ni primarios ni secundarios. Estos individuos no serán especialmente sensibles al stress ni desde la amenaza ni desde el aburrimiento (los de alta ansiedad de Esterly- Neely y los altos buscadores de sensaciones. Sus episodios de comportamientos psicopáticos no se desencadenan fácilmente. Por lo tanto, aunque sean criminales reincidentes, son plenamente imputables, y su lugar más adecuado es la cárcel más que una institución para enfermos mentales.
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