1º. Etiología de la delincuencia juvenil:
1.1. Factores asociados.
Se entiende por conducta antisocial de tipo delincuencial en jóvenes a aquellas actividades que en términos de las normas y costumbres se consideran indeseables o incluso inaceptables. Las formas más graves se llaman trastornos de la conducta, siendo entonces "la delincuencia juvenil" un trastorno de la conducta penado por la Ley. (Angenent y DeMann, 1996).
1.1.1. Factores externos:
Propiedades psicológicas del entorno, la comunidad (Mesosistema). (Bronfenbrenner, 1999). Tipo de vecindario y estrato socioeconómico, son buenos predictores del comportamiento antisocial (Frías-Amenta et al., 2003). Entre los factores del mesosistema (interpersonales), debemos mencionar tres:
a) Familia:
a.1) Factores estructurales (tamaño de la familia, trabajo de las madres/padres, orden de nacimiento de los hijos, ausencia de uno de los progenitores -especialmente de la figura paterna-).
a.2) Factores dinámicos: (clima familiar, calidad de las relaciones vinculares, apego del adolescente a sus padres, la comunicación intrafamiliar, los estilos de crianza y la disciplina del hogar).
Se ha observado que la supervisión y el monitoreo de los padres parece ser un factor muy significativo, especialmente en el caso de los adolescentes varones (Angenent &DeMann, 1996). Asi mismo, Farrington et al. (2001) encuentran que una alta concentración de delincuentes en la misma familia, (arresto de uno o varios miembros de una familia), incrementa la probabilidad de que algún miembro de la familia de la siguiente generación (hijos, sobrinos, nietos) sea delincuente.
b) La escuela:
b.1) Fracaso escolar: factor de riesgo, logro escolar, factor protector frente al desarrollo de violencia y delincuencia juvenil.
b.2) actitud del adolescente hacia la escuela y compromiso con las metas de aprendizaje.
c) Grupo de pares:
c.1) Frecuenta amigos que portan armas, son delincuentes, consumen drogas: predictores de delincuencia juvenil (Seydlitz & Jenkins, 1998).
1.1.2. Factores Internos: (Intrapersonales).
a) edad
b) género.
c) experiencias normativas de vida: Ausencia/presencia.
d) aspectos biológicos.
d.1) herencia tarstorno de la personalidad asociado.
d.2) efecto de la testosterona durante la etapa pre-natal y puberal.
d3) efecto de los bajos niveles de serotonina.
e) aspectos cognitivos.
f) aspectos afectivos. (relación engtre psicopatología y delito).
f.1) asociación-relación entre el trastorno antisocial de la personalidad y sus precursores en la infancia: trastorno de déficit de atención por hiperactividad, trastorno oposicionista y trastorno de conducta (Lahey & Loeber, 1992).
f.2) Rasgos de personalidad identificados presentes en infractores:impulsividad, dificultad para postergar gratificaciones, autoconcepto disminuido, falta de habilidades sociales, bajo nivel de empatía y poca capacidad para sentir culpa ( Blackburn, 1995).
g) aspectos neuropsicológicos. Henry y Moffitt (1992). deficiencias ejecutivas en adolescentes delincuentes precoces mediante técnicas de neuroimagen. Déficits en habilidades neuropsicológicas:
- Comprensión verbal.
- Atención.
- Concentración.
- Formación de conceptos.
- Abstracción.
- Anticipación.
- Planificación.
Pese a la evidencia de la interación entre los dos tipos de factores (externos e internos), son estos últimos los que generan mayor controversia. Quay (1987) indica que en casi la mayor parte de los casos, los delitos violentos y el crimen se asocian más con factores internos y con una mayor perturbación psicológica en comparación con delitos cometidos por adolescentes que constituyen faltas manores hacia la autoridad parental y no parental.
Llamamos delito a todo un espectro de comportamientos antisociales que están tipificados penalmente por la legislación judicial penal de un pais (Tiffer, 2003). En este sentido, existen formas de violencia ejercidad por adolescentes y jóvenes que no están tipificadas como delitos (Howe, 1997). Del mismo modo, existen tipos de delitos que no son violentos en su perpetración, pese a que se podría decir que todo delito "en sí mismo", es un tipo de violencia contra las personas (Quay, 1987).
Pero no todos los adolescentes y jóvenes violentos son iguales. Existen adolescentes y jóvenes violentos que pese a su funcionamiento psicológico violento, no cometen delitos a pesar de estar expuestos al riesgo de perpretarlos (Lykken, 2000). Contrariamente, existen adolescentes y jóvenes que han cometido delitos, sin que necesariamente presenten algún tipo de perturbación psicológica (Iza, 2002; Moffitt, 1993a, 1993b).
Aquellos jóvenes que desde la niñez han sido expuestos a desventajas tales como cuidados negligentes, pobre estimulación temprana (Henry, Moffitt, Robins, Earls &Silva, 1993), aprovisionamiento insuficiente; y que además reúnen una serie de déficits neuropsicológicos verbales y ejecutivos, acompañados de desórdenes severos del desarrollo, como déficit atencional e hiperactividad (Henry, Caspi, Mofflitt &Silva, 1996); tiene mayor posibilidad de desarrollar un patrón de condcuta antisocial persistente a lo largo del ciclo vital (Baltes, Lindenberger & Staudinger, 1997; Caspi, McClay, Mofflitt, Mill, Martin, Craig, Taylor & Poulton, 2002 Caspi &Roberts, 2001; Lahey & Loeber, 1992; OMS, 2003).
Otro importante grupo de factores de riesgo identificados en esta poblaación, los constituye su asociación con otros tipos de violencia. Presenciar actos violentos en el hogar o sufrir abuso físico o sexual puede condicionar a los niños y adolescentes a considerar la agresión como un medio aceptable para resolver problemas o interactuar con los demás.
Del mismo modo, la expresión prolongada a conflictos armados como el terrorismo, también puede contribuir a sostener una cultura del terror que haga más fácil la aparición de adolescentes y jóvenes violentos (Bandura, 1977).
Bibliografía en artículo original:
Morales Córdova, H. "Factores Asociados y Trayectorias del Desarrollo del Comportamiento Antisocial durante la Adolescencia: Implicancias para la prevención de la violencia juvenil en América Latina". Revista Interamericana de Psicología. 2008, Vol. 42, Num. 1 pp. 129-142.
Ignacio González Sarrió.
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